“Es muy difícil reconocer una intolerancia alimentaria”, dice la Dra. Elena Soria, nutricionista de Clínica Menorca
Una intolerancia alimentaria puede provocar síntomas como la obesidad, trastornos gastrointestinales que pueden ser dolores abdominales, diarrea, hinchazón y síndrome de colon irritable, o procesos dermatológicos como el acné, eczema, psoriasis, urticaria, picor), trastornos psicológicos (ansiedad, letargia, depresión, fatiga, náuseas e hiperactividad), molestias neurológicas (dolor de cabeza, migraña, mareo, vértigo), molestias respiratorias (asma, rinitis, dificultad respiratoria) y otros trastornos como artritis, fibromialgia y articulaciones inflamadas. Ante este abanico de síntomas, lo primero que hay que descartar es que las causas sean otras patologías orgánicas. Ahora se entiende lo difícil que es reconocer una intolerancia, ¿verdad?
En el caso de las personas que no responden al tratamiento dietético y que además sufren retención de líquidos, sí que existen altas probabilidades de existir una intolerancia alimentaria, pues está relacionada. Tanto el sobrepeso como la retención de líquidos son síntomas frecuentes cuando se ingiere un alimento al que se presenta intolerancia. Si se suprime dicho alimento, mejora la retención de líquidos y se pierde peso.
Gracias a este test de intolerancia se mide la respuesta de los anticuerpos frente a 200 alimentos y se discriminan los alimentos no recomendados. La supresión de un alimento no permitido eliminará, a medio y largo plazo, los síntomas provocados por la intolerancia alimentaria. Pero para la pérdida de grasa, es necesario el tratamiento dietético y la actividad física.